Por alguna razón tengo la idea de que toda madre tiene en su cocina un calendario, ahí las súper mamás anotan los recitales de piano, juntas de padres de familia, fiestas de cumpleaños, etc. Hay días buenos en los que las mamás miramos el calendario con ilusión anticipando los días de fiesta y los partidos de soccer y días no tan buenos en que una quisiera dejarlo todo e irse al Caribe o a dondequiera que sea la foto que tenga dicho calendario.

Wednesday 1 June 2011

El gas de la risa

Hace varios años, antes de que tuviera hijos, estábamos cenando en casa de unos amigos y los niños corrían ruidosamente alrededor de la mesa de las botanas blandiendo espadas láser en nuestras narices. Con tanto escándalo yo quería salir corriendo de ahí y por más tequilas que me servía* no me podía tranquilizar pero las mamás de dichos niños no parecían inmutarse y podían perfectamente seguir el hilo de la conversación sin importarles los espadazos. Viendo mi cara de agobio me confesaron su secreto – que nada tenía que ver con la cantidad de alcohol ingerido – “cuando eres mamá llega un momento en que ya no los oyes, te acostumbras y puedes bloquear el ruido sin ningún trabajo” dijeron entre cacahuate y cacahuate de lo más tranquilas.
Mi cara se iluminó con esperanza, pensé que por arte de magia al momento del parto una de las tantas hormonas que se liberaban era la de la capacidad de bloquear el ruido, incluyendo el ruido que hace la gente al mascar chicle.

Llegó el momento en que nació mi hijo mayor y nada, pasaron cuatro años y esa habilidad de no oír a un niño brincando en el sillón y gritando “¡blast off!” no ha aparecido. Me he puesto seriamente a pensar si me habrá faltado algo al momento de parir, bien sé que por experiencias no paré, hubo todo tipo de horrores y perdí el estilo con gran singularidad (despreocúpense, no se los contaré aquí) y sin embargo no adquirí esa habilidad de bloquear el ruido, que pensé venía con el paquete de la maternidad.

Finalmente caí en la cuenta de que no es algo que me faltó sino algo que me sobró. Tengo la ligera sospecha que usé demasiado gas de la risa durante el parto. Antes de que llamen al DIF (porque los Señores de Protección al Menor ya lo saben) déjenme explicar que esto es legal y práctica común en Canadá y hasta les doy el nombre científico de dicho gas: Nitrous Oxide, el cual está médicamente aprobado porque aparentemente reduce el dolor de las contracciones – quien aprobó esto seguramente es un hombre y no sabe que de cierto esto no tiene nada. El caso es que haciéndome la muy brava no pedí epidural sino gas de la risa en cantidades industriales lo cual me puso una de nevero y acabé gritando “Neruda Rocks” entre contracción y contracción e incluso quise convencer a mi marido de que nos lleváramos el tanque del gas a la casa. Ojalá nos lo hubiéramos traído, así sería un poco más fácil soportar a Dora La Exploradora los domingos a las 7 de la mañana, pero qué se le va  hacer.


*Señores de Servicios de Protección al Menor: esto es una expresión coloquial, en esta familia no sabemos qué es el alcohol

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