Por alguna razón tengo la idea de que toda madre tiene en su cocina un calendario, ahí las súper mamás anotan los recitales de piano, juntas de padres de familia, fiestas de cumpleaños, etc. Hay días buenos en los que las mamás miramos el calendario con ilusión anticipando los días de fiesta y los partidos de soccer y días no tan buenos en que una quisiera dejarlo todo e irse al Caribe o a dondequiera que sea la foto que tenga dicho calendario.

Monday 2 April 2012

El Juicio del Elevador*

Hace poco leí un artículo que se llamaba algo así como “Felicidades, acabas de destrozar a tu hijo”. Debí tomar el título como aviso en letras rojas para dejar de leer y salir corriendo, pero ahí voy de metiche. Básicamente el autor presenció en la fila del súper a un niñito que le pedía helado a su papá y el papá le decía “te callas y te estás quieto”. La escena se repetía un par de veces en las que el niñito (por lo que entiendo en buen plan) pedía otras cosas o hacía ruidos y el papá se enojaba cada vez más; hasta que lo cogió de un hombro y le dijo que o se callaba o ya vería cuando llegaran a la casa.

A esto, el autor del blog se lanzó como por tres cuartillas diciendo que había gente que no merecía ser papás (con lo cual no estoy del todo de acuerdo), que había que valorar y cuidar a los hijos (lo cual es obvio), que no sabemos cómo nuestras palabras los pueden romper por dentro a los niños, y de paso se echaba un par de flores porque él nunca le había levantado la voz a su hijo (si, ajá). Lloré como loca con el artículo, me sentí la peor madre del mundo y, de haber tenido en el congelador, me hubiera zampado un litro entero de helado de chocolate por la pura depresión. Yo SOY esa mamá en la fila del súper, en los aviones, en los semáforos, en los parques. Cuando ya he agotado todos los recursos por las buenas y el escuincle sigue haciendo de las suyas y se me acaba la paciencia, yo soy la “cállate o vas a ver cuando lleguemos a la casa”. Lo cual significa te vas a ir castigado a tu cuarto pero para la demás gente ha de sonar como “cuando nadie me vea te voy a comer en salsa verde”. Gente me ha visto feo y estoy segura de que más de uno ha llegado a su casa a escribir su blog sobre mi como este autor, o subir a YouTube el contenido de mi performance grabado en su celular, o en su defecto a componer una canción sobre las malas madres allá afuera. ¿Será que esto me coloca en la categoría de musa? hmmm.

Después de mucho llorar por el dichoso blog pensé “un momento, no sabemos nada acerca del papá en el súper que narra el artículo, ¿qué tal que era un buen papá con un mal día?, yo no soy una mala madre y no me pueden juzgar a mi por lo que ven en la fila del súper”. Sí, hay que tenerles más paciencia a los niños, hay que cuidar de no destruirles la autoestima, por supuesto que sí, pero el regañarlos en público o en privado no nos hace malos padres. Corrí a poner un comentario en dicho blog – cosa que nunca hago y juro no volver a hacer. El blog ya estaba inundado de comentarios de todo tipo, desde “que padre tener un papá como tú/ mi papá también me pegaba/ bájenle a sus rollos, hasta ¿porque no le avisaste a la policía?, vamos a pararnos afuera del súper y le hacemos montón al papá malandro”. Realmente me asusté, y no sólo porque fueran a venir a mi súper por mi. ¿En que momento regañar a los hijos en público se volvió motivo para linchar a alguien?

Me acordé de lo que mi amiga Ceci llama “el juicio del elevador”. El juicio que todos los demás emiten sobre el niño y la madre basándose en los tres minutos (o menos) que dura un viaje en elevador. La gente no sabe que pasó antes o que pasa después, simplemente entran al elevador y ven a un niñito regañado y una mamá enojona, ¿Qué tal que el niño se acaba de tirar de pedos? ¿Qué tal que el niño le pegó una patada en la espinilla a la mamá?, ¿Qué tal que el niño le acaba echar un escupitajo a su hermanito en el pelo? No sabemos. También existe la posibilidad que la mamá está enojada porque el marido no le dejó para pagar el gas o se topó con la vecina presumida (o peor aún el marido se topó con la vecina presumida), y basta que el niño se ponga a hacer como sirena de bombero para que la mamá se desquite con él y ahí sí uno-como-sea-pero-las criaturas-que-culpa-tienen. Todos estos escenarios son posibles, y sí, hay papás violentos y abusadores donde es necesario que un tercero intervenga, pero en este post no quiero hablar de ellos. Este post va dedicado a los papás incomprendidos e injustamente juzgados, papás y mamás como yo, que somos linditos, pero a veces nos sacan de nuestras casillas y regañamos en público.

En nombre de los padres incomprendidos pido menos juicios de elevador y más gente amable que se ofrezca a hacerle gracias al niño para entretenerlo y darles el beneficio de la duda a los papás abrumados. Pero eso si, por favor gente, absténganse de ofrecerles galletas o dulces a los niños porque entonces vuelve a empezar el drama.

* Propiedad intelectual de Ceci, la negrita del amor

1 comment:

  1. Me identifico plenamente con ese Papa! Desde que en las escuelas les enseñan a nuestros hijos que hay que defenderse de todo y de todos (y esta bien), es cuando muchos Papas creen que jamás hay que corregir" a los hijos. Y hay muchas veces en que una nalgada bien dada corrige mucho mas que todas las palabras lindas, pacientes y tiernas.

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